El atardecer en Mamma Koko


    Echo de menos los paseos al atardecer por el orfanato de la Pediatría de Kimbondo. Aunque en la foto el sol se vea amarillo, es el único lugar donde he visto el sol de un rosa malva... todo un espectáculo. Pero lo mejor de estos momentos era con quién los compartía, los preciosos niños del orfanato de los que he aprendido tanto.

   Puedo decir que el haber vivido allí, donde volveré próximamente, me ha ayudado a conocerme mejor a mi misma y a poder contemplar la vida desde otra perspectiva, desde los ojos sencillos e inocentes de unos niños muy diferentes a los que he conocido en España. ¿Por qué hay tantos niños tiranos que no respetan a los demás o tratan mal a sus padres? ¿ Por qué se busca en tantas ocasiones contentarlos con cosas materiales y sobre-estimularlos con demasiada tecnología? ¿ Por qué la variable tiempo de calidad y juego con los niños se ha convertido en casi una utopía para muchas familias? Se nos olvida lo esencial. Los niños son felices con amor y  cariño, con normas que ordenen su vida, con juegos al aire libre... Les gusta sentirse valorados, y están dispuestos a hacer servicios a los demás si nos ven a nosotros hacerlo contentos,  y notan que es agradable a nuestros ojos. Pero tenemos que ser ejemplo primero.

     Eso lo viví allí mismo. Cómo el pasear a los niños en sillas de ruedas se convirtió en la atracción de moda en la Maison Foyer ( donde viven los niños de 6 a 12 años..) Y cómo todos los niños que se presentaban voluntarios, lo hacían con una enorme sonrisa. No sólo tenían el honor de ser elegidos para llevar a uno de sus hermanitos, si no que el ser para los demás les hacía felices.

     Muchas veces, cuando sufrimos creemos que tenemos un conflicto con los demás, con los que nos hieren, o con un acontecimiento que no nos gusta. Pero el principal conflicto es interior, y hay que conocerse para poder darse cuenta de ello. Culpar a los hechos o a las personas ajenas a nosotros nos incita a no tomar las riendas de nuestra vida, porque la hacemos depender de ellos. Pero el reflexionar sobre nosotros, ser sinceros con nosotros mismos y conocer nuestras flaquezas y nuestras virtudes es necesario para saber cambiar para bien, quererse y poder querer bien a los demás.

    La vida en muchas ocasiones no será lo que esperas, la de ellos tampoco lo ha sido. Y los cambios nos suelen costar a la mayoría. Pero los actos tienen siempre consecuencias. Y el quejarnos de lo que no entendemos, el huir de la realidad para no afrontarla, o el caer en la tristeza no ayuda a nadie. E incluso puedes ser un mal ejemplo para otros. Sin embargo, salir un poco de nuestra burbuja y quitarnos la etiqueta que nos hayamos puesto, para tomar buenas decisiones y dar lo mejor de nosotros mismos a los demás puede resultar liberador.  Sea donde sea, con la persona que tengas al lado en este momento, no hace falta irse lejos....
El tiempo que los niños paseaban a los pequeños de las sillas de ruedas lo pasaban cantando, riendo, jugando... y contagiaban esa alegría. Y yo los miraba, y me daba cuenta de que, como bien dice el Padre Hugo "Dios lo hace todo bien",  aunque a veces no lo entendamos y que cuando amamos así somos realmente felices porque estamos cerca de Él.

  M.M

Comentarios

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  2. Hracias Mariela por seguír escribiendo,los comentarios sobre esos niños me ayudan en mi día a día a afrontar la realidad con alegría A valorar mi vida y dar gracias por todo lo que tengo!

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