Emmanuel





Hay una persona muy pequeña de la que aprendí tanto en la Pediatría... Su cuerpecito enfermo no era capaz de moverse, pero su espíritu alegre te regalaba siempre una sonrisa, una carcajada o una mirada penetrante llena de luz y brillo. Emmanuel es la sencillez, es la inocencia, la alegría... también el dolor y la impotencia de ser dependiente, la libertad del corazón pero la esclavitud del cuerpo... Muchos vivimos presos de nuestro cuerpo de otras maneras: porque no es lo perfecto que quisiéramos, porque obedecemos sus impulsos sin pasarlos por la razón, y perdemos el dominio sobre él sin pensar en las consecuencias... Ayer cené con unas amigas y comentamos como las pasiones e impulsos, el hacer lo que nos apetece siempre, nos lleva a convertirnos en personas que pierden su libertad y luego exigen que los demás la reconozcan. Salió con una anécdota el ejemplo de cómo perdemos la libertad al beber más de la cuenta, porque dejamos de tener el control de nosotros mismos, y parece ser que nadie le da importancia, porque sólo se habla del derecho, y no del deber. El deber para con los demás. Si ejerciendo ese derecho, puedes dañar a los demás o a ti, o convertirte en una persona que no eres, tal vez eres más libre si decides ejercer el control siempre en plenas facultades. Y como este ejemplo hay muchos más. Pero es que renunciar a las pasiones, a los sentimientos que no pasan por la razón, a la autoexpresión individualista, es algo que esta sociedad no contempla. Y no dominarlas nos lleva a depender de ellas.A veces son un tubo de escape pero no es el adecuado. La caridad no está de moda. Las virtudes tampoco. Está de moda el ser y el fingir ser, el desear ser, el rendir culto al cuerpo y no al alma, el ver a los demás como objetos e instrumentos, el despersonalizar, el inflar nuestro ego. Evadirse del sufrimiento y buscar el hedonismo y el reconocimiento constante. Es una tentación para todos, también para mí. Una de mis amigas comentó que se cayó por la calle y sólo se acercaron a ayudarle dos personas con discapacidad. Aunque este término también se está volviendo ambiguo. Quizá la incapacidad de amar, de aceptarse, de querer y quererse, de saber decir sí a lo bueno y saber decir no a lo que no nos conviene, de pensar en los demás de manera desinteresada, sea mucho más peligrosa, porque sume al hombre en un vacío. 
Por eso he aprendido tanto de estos niños, tanto de Emmanuel, esclavo en un cuerpecito enfermo, pero con un corazón lleno de amor y alegría, que me contagiaba la risa y la sonrisa cada vez que nos veíamos. 
Una noche se fue al cielo y ahora descansa, porque sí, nosotros también moriremos algún día ( aunque los demás días no). Esta vida es un don hasta cuando Dios quiera. Vivamos la caridad y salgamos del individualismo. Los corazones sencillos son los más felices. 

M.M

Comentarios

  1. Gracias por tu articulo, me trae muy buenos recuerdos.Has dicho muchas cosas que son verdades que a todos nos ayuda escuchar. Ademas nos acercas a un mundo real y desconocido, muchas graxias por volver a Congo este verano

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