La frase que lo cambió todo

   
 No sé si alguna vez te has preguntado el por qué de ciertos acontecimientos que han ocurrido en tu vida. Puede que algunos de ellos te hayan parecido injustos y hayas estado enfadado/a con el mundo, con la vida o con Dios por ello. Seguramente en ese período en el que te hayas dejado llevar por la rabia hayas sido infeliz.

     A veces pensamos que merecemos ciertas cosas, y en cambio otras no. El estado de bienestar nos hace creerlo. Y nos enfada que otras personas tengan lo que no merecen y no posean lo que merecen. ¿Es injusto acaso? ¿Tiene que ser la vida tal y como queremos que sea para poder ser felices? Lo cierto es que al final todo pasa y no pasa nada, hasta aquello que parece que nunca vaya a desaparecer o que no vayamos a superar.

     Sobre este tema hablé con Antoine, uno de los adolescentes que viven en Mama Laura. Esta es una de las varias casas de jóvenes de la Pediatría de Kimbondo. Hay más de cien jóvenes en total. Le pregunté qué quería estudiar cuando fuese a la universidad. Su respuesta fue:  “Yo quiero estudiar derecho, para poder ser juez algún día. Conseguir así un buen trabajo, ganar dinero, e incluso hacerme famoso. Y tal vez ese día mis padres, los que me abandonaron aquí, porque para mí ahora mi padre es el Padre Hugo, me busquen. Y en ese mismo momento yo les pediré explicaciones. Les preguntaré por qué me abandonaron, por qué nunca vinieron a por mí”.

     Estas preguntas se las hacen muchos adolescentes del orfanato. Probablemente si has recordado algún suceso que creías injusto en tu vida al inicio del texto, en comparación con el de Antoine, no te lo parezca ya tanto.

     Entendí la amargura que reflejaban sus palabras, y la herida que se escondía detrás de ellas. Y quise ayudarle a cambiar esos sentimientos de ira y frustración totalmente normales, pero que le llevaban a la tristeza. Entonces yo le respondí las mismas palabras que un día un sacerdote me dijo, en un momento en el que yo había perdido a alguien, y no quería aceptarlo. Los mismos vocablos que me ayudaron a sanar poco a poco el dolor de mi corazón.

 “Hay veces que suceden acontecimientos en la vida que te hieren, también pueden ser personas concretas las que te hagan daño. Dejan en ti una herida. Esa herida, si pasado un tiempo y una madurez la puedes perdonar, descansas. Te rindes y puedes estar en paz. Pero, el día en que te das cuenta que tienes mucho más que agradecer, que que perdonar,  ese día puedes ser realmente feliz”.

     Antoine me miró con los ojos brillantes. Y se paró a pensar.
- ¿Cuántas cosas tienes que agradecer en tu vida? - Le pregunté. Tienes un hogar, una persona a la que llamas “ padre”, unos hermanos, la posibilidad de estudiar, comida cada día en el plato….
- Soy afortunado. - Me contestó-. Y no me había dado cuenta.

     Sé realista con tu vida. Esta no es perfecta, pero es un regalo al fin y al cabo. Así que ten paciencia con lo que te hiere, respira, haz memoria de todo lo que tienes y has tenido, aprécialo, saboréalo, y que nada te distraiga en tu búsqueda de la felicidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Padre Hugo, ¿ Quién fue Mamma Koko?

Gracias

¿Qué es Mamma Koko?