Lo que aprendí de Faustino


 Probablemente Faustino sea una de las personas más pequeñas sobre las que se haya publicado algo. No sabemos su edad exacta, seguramente tenga entre 4 y 5 meses. Llegó hace poco más de un mes a la Pediatría de Kimbondo. Como tantos otros niños de aquí, es posible que nunca recuerde ni sepa quienes fueron sus padres, el lugar donde nació y el que algún día fue su hogar. No conoce sus raíces, ni su apellido, sin embargo para él eso ahora no es importante. Vino un poco mal nutrido, aunque tiene buen comer y está recuperando mucho peso. Tenía el pelo a lo afro, pero se lo han cortado para evitar los piojos. Sus ojos brillan intensamente cuando le miras y sus mofletes se elevan devolviéndote la sonrisa.

 Los bebés como Faustino, pese a ser personas tan pequeñas, realmente tienen muchos motivos para ser admirados e imitados en diferentes aspectos. Viven el hoy y el ahora. Se dejan sorprender por las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Las aprecian y se ilusionan con ellas. Disfrutan de una sonrisa, de cada palabra dicha con cariño hacia ellos. No se aburren de su rutina, porque descubren y aprenden cosas nuevas cada día.

 Cuando somos niños, como Faustino, es fácil vivir alegres. Recibimos amor y cariño y también lo damos fácilmente. Y no exigimos casi nada, sólo lo realmente básico, como el comer o dormir y un poco de afecto. No pedimos más. Pero cuando crecemos, nos llenamos de expectativas que cumplir, metas, objetivos y aspiraciones a un cierto tipo de vida que nos hemos creado, que nos  pueden llevar a la frustración cuando no se cumplen. No es malo tenerlas, ni mucho menos, pero estas no deben hacernos totalmente dependientes de ellas. Pues olvidamos, a veces, la magia de los detalles, la sencillez y armonía de las pequeñas cosas, y lo afortunados que somos. En ocasiones nos llenamos de ambiciones y van surgiendo en nosotros las mentiras de que no alcanzaremos la felicidad sin lograr nuestros sueños. Pero, ¿ qué mejor sueño que amar y ser amado? Partiendo de ahí como meta principal, y dejando el éxito, el dinero, o la historia de amor perfecta cumplido en nuestra vida, todo se torna más sencillo, y más ameno.

 Ya lo decía Platón, que la idea máxima es la idea del bien, de verdad. Ese debe ser nuestro norte. Es lo que tenemos que transmitir a este mundo estresado que se está olvidando de disfrutar de la vida realmente, porque busca tal disfrute en el sitio equivocado. 
Todo pasa por algo. No es casualidad que yo haya venido aquí, y haya conocido al pequeño Faustino que con su gran sonrisa e inocencia ha cautivado mi corazón. No le pide nada a la vida. Y por eso es feliz. Bueno, algo sí, dar amor y recibirlo. Eso es lo que le hace estar contento. Por ello, no pierdas la paciencia si tu vida no es como tú desearías, es más, llénate de los otros, como hace Faustino, date un poco más, despréndete de lo que no necesitas, muestra tu sonrisa, ayuda a los necesitados y descubrirás que ser feliz es más fácil de lo que crees, y más cuando sales de ti y descubres al otro.

     M. M

Comentarios

  1. Que gran leccion desde la tierna infancia. Nos quejamos de problemas y quienes realmente los tienen se enfrentan al mundo con una sonrisa.

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