La cruz blanca



    Hoy he visto una cruz muy particular. Decorada por niños pequeños para su hermano y amigo que se ha ido al cielo. Era blanca y en diversos colores estaba escrito el nombre del niño tan especial: Moïse. También estaba decorada con florecitas. Esta cruz ha tenido una bella función, y le queda otra más importante. Ha custodiado él ataúd del pequeño. También ha encabezado la procesión desde la capilla de la pediatría, hasta el coche que le llevará  al cementerio. Sostenida por uno de los huérfanos más mayores, todos la hemos seguido.  Empezando por el pequeño Moïse, y detrás de él, los sacerdotes y del resto de niños,  voluntarios, médicos, enfermeras, cuidadoras y demás personas que le querían.

    Después, sus hermanitos han vuelto a su casa, la Maison Foyer, y le han llorado  amargamente. Varios voluntarios, también entre lágrimas, les hemos consolado y dado cariño. Su hermanito está
muy cerca de Dios .


    Ayer vino su padre biológico después de años, cuando lo abandonó recién nacido. Llegó tarde. Quiso dejar algún detallito, pero el padre Hugo le dijo que no hacía falta, que su hijo ya se había ido. Hoy al funeral no ha venido. Moïse dejó el papel de “padre” al que realmente lo ha sido siempre. El que lo ha alimentado, vestido, enseñado, atendido, y lo más importante,  el que le ha querido en todo momento y ha mandado hacer esa cruz tan bonita y alegre para él. Ayer se la daba al cuidador de la Foyer, y le explicaba exactamente como decorarla. Y así ha sido. La cruz de un niño que ya está en el cielo.

M.M

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